lunes, 18 de noviembre de 2013

EL PRINCIPIO DE AUTORIDAD

Muchas de las quejas de estrés laboral, suelen venir, no por el trabajo en sí, sino por las relaciones con los compañeros, jefes o subordinados. Muy a menudo las personas en las empresas se comportan de forma disfuncional. He aquí un ejemplo de un caso real sucedido en el sector hotelero. Quizás os resuene algo a los que llevéis tiempo trabajando tiempo en una empresa bajo las órdenes de un jefe.


  • Suceso 1:

Muere el padre de un empleado que trabaja en el departamento de limpieza y mantenimiento de un hotel (llamémosle empleado A). El trabajador, tras enterarse de la noticia, intenta localizar sin éxito al responsable de su departamento. Como no consigue dar con él llama a la recepción del hotel para comunicar que no podrá incorporarse al trabajo por motivos obvios. Una hora más tarde el jefe de A entra a trabajar en la empresa y es informado por la recepcionista de la noticia.

El jefe de A envíe el siguiente mensaje a su empleado:

“He recibido noticias por otra persona de que no ibas a poder asistir al trabajo. Te recuerdo que cuando vayas a faltar debes informarme de ello a mí personalmente.”

  • Suceso 2:

En esa misma cadena hotelera, en otro hotel diferente, otro empleado de limpieza (empleado B). El padre de B muere repentinamente de madrugada. El trabajador avisa a la recepcionista del hotel para informar de que no podrá asistir al trabajo. La recepcionista informa horas después al jefe de mantenimiento y limpieza de la noticia. El jefe de B envía de inmediato el siguiente mensaje a su empleado B:

“Mi más sentido pésame por la pérdida de tu padre. Mucha fuerza en estos momentos.”

¿Qué sensación te deja cada uno de los dos jefes? ¿Qué empleado crees que tiene en más estima a su jefe? Y ahora la pregunta clave ¿Cuál crees que tiene más autoridad? Piénsalo un poco.

El principio de autoridad es uno de los campos más estudiados por la psicología de las organizaciones. La capacidad de liderazgo es una de las asignaturas pendientes de muchos jefes y directivos. Desde pequeños todos hemos interiorizado la autoridad a través de la figura de los padres, los profesores y otras personas que la han ejercido. Si al llegar a la etapa adulta no aprendemos a liderar adecuadamente, simplemente vamos a repetir los comportamientos que hemos visto o recibido directamente de las personas que representaron autoridad.

Sin embargo, una persona no tiene autoridad por el puesto que ocupa sino porque sus subordinados se la reconocen como tal.

Muy a menudo nos encontramos en empresas con jefes inseguros que proyectan sus frustraciones sobre sus subordinados y necesitan recordar las normas a sus empleados, o “ponerles en su sitio”, porque sienten que su autoridad no es suficientemente reconocida. 

Un líder se distingue de un jefe común y corriente, porque el personal bajo su cargo reconoce su autoridad, no por el puesto que ocupa, sino por sus cualidades personales, la forma en que inspira respeto y confianza, y por la seguridad que transmite a sus empleados a través de su experiencia y habilidades.

El líder sabe escuchar, motivar, y facilitar las cosas a todas las personas bajo su mando.

El jefe necesita recordar las normas porque cree que necesita “afianzar” su autoridad para que no se le subleven.

El líder transmite su autoridad a través de su persona y el jefe a través del cargo que ocupa.

El líder cuando deja su puesto de trabajo sigue inspirando respeto y confianza a las personas con las que trabajó quienes suelen tener un buen recuerdo de él. Esto raramente pasa con los jefes.

Si ocupas un puesto directivo y no crees tener las habilidades de liderazgo adecuadas, no temas. El liderazgo, al igual que la empatía y otras habilidades psicológicas, se puede entrenar. Obviamente hay que ser realista y reconocer las propias limitaciones tanto para el liderazgo como para la empatía.

Una importante limitación para el liderazgo es una personalidad inadecuada. En el caso de aquí expuesto, la reacción que tuvo el jefe de A podría denotar una estructura de personalidad paranoide.

Las personas con este tipo de personalidad (paranoide) tienden a interpretar las cosas cotidianas como posibles amenazas o potenciales peligros, lo que hace que siempre anden “con la mosca detrás de la oreja” y hagan las cosas más difíciles de lo necesario al resto. Además tienden a culpar a otros de sus propios errores, y lo más importante, carecen de la empatía necesaria, lo cual las inhabilita como líderes hasta que son capaces de desarrollarla.

Si trabajas bajo el mando de otro ¿cómo se comporta tu responsable directo como líder o como un jefe común? ¿Has trabajado alguna vez con un líder inspirador? ¿Has notado la diferencia?

Si posees un puesto de responsabilidad ¿cómo crees que te considera tu equipo, como un líder inspirador o un simple jefe?

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